La derrota del Madrid contra el CSKA deja a Joan Plaza pendiente del mate final
El Madrid de basket también ha entrado en barrena. Cuatro derrotas consecutivas han puesto al descubierto las miserias de un proyecto igual de mal planificado que el del hermano mayor. Muchos echan la culpa a Plaza, pero el circunspecto catalán reconcentrado no ha cambiado: sigue haciendo las mismas cosas raras de siempre. En realidad, su suerte está echada después de la gran cagada histórica de no ordenar falta en aquel final de partido contra el Maccabi en Vistalegre en la liguilla de cuartos de la pasada Euroliga. Hay momentos en la vida en los que la moneda gira sobre su canto mietras decide perezosa si va yacer cara al sol de la gloria o a mostrar su cruz de olvido. En aquella ocasión, Plaza directamente cogió la moneda y le dio una patada. Se quedó sin crédito de golpe. La suerte nunca tiene tiempo de pararse a saludarte si tu incompetencia es más rápida.
Sin la confianza de sus jefes ni el respeto de sus discípulos, la temporada se prevé para el literato Joan como un gigantesco epílogo, una larga y dolorosa agonía. Pero la culpa no es solo suya. Un equipo por el que han pasado Sabonis, Petrovic, Delibasic, Delipajic, Brabender, Corbalán, Martín, Cabrera, Luyk, Emiliano, Ramos y Szczerbiak, entre muchos otros practicantes de la magia blanca, no merece una plantilla para ir tirando (y no tocar ni el aro). Para eso ya tenemos al Estudiantes...
Sin la confianza de sus jefes ni el respeto de sus discípulos, la temporada se prevé para el literato Joan como un gigantesco epílogo, una larga y dolorosa agonía. Pero la culpa no es solo suya. Un equipo por el que han pasado Sabonis, Petrovic, Delibasic, Delipajic, Brabender, Corbalán, Martín, Cabrera, Luyk, Emiliano, Ramos y Szczerbiak, entre muchos otros practicantes de la magia blanca, no merece una plantilla para ir tirando (y no tocar ni el aro). Para eso ya tenemos al Estudiantes...
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