La Casa Blanca dice que dejará colarse a Zapatero en la fiesta del baile de fin de curso, pero que no piensa invitarle

La chica lleva varias semanas poniéndose lo más ajustado que ha encontrado en el armario, pintándose hasta las cejas para dar la batalla en un Vietnam sentimental sin tregua, quedando con otros estudiantes de varios países para poner celoso al chico, escribiendo cartas de amor que nunca se atreverá a leerle, moviéndose más que Chiquito de la Calzada para hacerse visible a sus ojos... Pero no sirve de nada. Nunca le invitará a su fiesta. Su amado Georgie la dejará pasar, pero no bailará con ella. Ella beberá ponche, saldrá en la foto, votará a la pareja del año y vomitará en el baño, pero no habrá beso, ni siquiera de despedida.

Y es que el chico sigue colgado de aquella chica fácil que se dejaba magrear sin problemas desde la primera cita. Sus amigos decían que aquella mujer de las Azores era un poco contrahecha, redicha y tenía bigote, pero eso no le importaba. Era una amante, una sierva, una esclava, una amiga, una aliada como dios manda. "Y me hacía cosas que vosotros no creeríais, atacamos juntos ciudades en llamas más allá del eje del mal. Vimos rayos "C" brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Bagdad. Todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia...". O, como ya resumió el chico de forma más explícita a su círculo más íntimo: "Zapa se hacía la dura, pero Aznar me la ponía dura". Y en una texitura así, la elección es obvia. Te pongas como te pongas, y por la parte que te toca, te quedas con la que te pone.


Canción: "Dead of a party" (Blur)

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