El G-20 acuerda más intervención pública, pero ahora ya sin el recato que les ha caracterizado hasta el momento

Los líderes del mundo de la ingenería latrofinanciera acordaron que activarán nuevas dosis de incentivos públicos, pero mucho más ambiciosos que los desarrollados hasta ahora (vamos que les van a faltar venas a los bancos). "La crisis financiera puede llegar a convertirse en una crisis humanitaria si no actuamos", sintetizó el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon. Y cuanta razón tiene, y, aunque sabemos que no es plato de buen gusto, de nuevo tenemos que apelar a sus conciencias recordándoles esas recientes imágenes de la Lemhan Brothers o la AIG, por ejemplo, famélicas y rodeadas de moscas (y esas ratas con pasamontañas huyendo).


Pero no preocuparse, que para eso se ha celebrado esta cumbre, con apertura radiofónica en directo por parte de Obama y todo. Se va a proyectar una próxima reforma del sistema financiero mundial, se ha abierto el debate sobre el papel futuro del FMI y del Banco Mundial, ah, y a luego se lanzó además un mensaje de que nada de proteccionismo. Cuando no le quede pasta ya a los estados se referirán, o por lo menos eso hemos tratado de colegir. No hay que olvidar que son nuestras verdaderas cabezas pensantes.

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