El entrenador de la Real Sociedad recibe un botellazo en su propio campo

Juanma Lillo, el filósofo patafísico de dialéctica inasible, una especie de Valdano de extrarradio, fue alcanzado justo cuando el partido estaba a punto de terminar. Muchos pensaron que el agresor lo hacía para evitar a la humanidad lidiar con otra media hora de lilladas en la rueda de prensa, medida extrema e injustificable, pero el verdadero destinatario era el árbitro, que pasaba por allí. "Pero me han dado a mí y todo queda en casa", aseguró Lillo, va en serio, tratando de poner la venda ante la herida de una posible sanción a su equipo. "Estará arrepentido", dijo sobre el estúpido lanzador de miserias, que ya está detenido. En fin, al gran Lillo sólo le faltó decir: "Nada más me pega cuando está cansado o tiene mucho trabajo" o "en el fondo me quiere mucho, me golpea porque tiene ese carácter, pero luego no es nadie". Cuando no se sabe muy bien qué decir, siempre es buena elección callar, aunque hay casos en los que ni bajo el agua (de la botella).


Cancion: "Surf de la botella" Los Flechazos

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