El FBI investiga por fraude a las instituciones financieras azotadas por la crisis

Los agentes estaban investigando, sin ningún éxito, una de las entidades financieras que habían quebrado, cuando el rastreador de primera, Indiro McAlvarez, de origen indo-escocés, no se sabe si instado por una corazonada (del tipo olfativa), si por sus problemas de válvula pilórica laxa, se personó raudo ante las dependencias del excusado y sacando su arma, se desconoce si para usarla reglamentariamente, acaso para que no le molestara en la labor que se disponía a acometer, accedió a aquellos lavabos labrados en mármol de carrara, con motivos huecograbados en platino, cristal de bohemia, lámparas de diamantes e hilo de oro musical.

Al abrir la puerta de uno de los retretes, Indiro fue víctima de una onda expansiva que, acumulada ante la puerta, pugnaba por abrirse paso, y que arrambló con McAlvarez, desplazándole varios metros y dejándole semiinconsciente totalmente. Alertados por el estruendo, el resto de agentes acudieron contemplando estupefactos como, ante sus ojos, los sumideros se encontraban desbordados hasta el techo por las más evidentes pruebas de corrupción con que se habían topado y tapado (la nariz).

En estos momentos, miembros del FBI estudian con todo detalle estas pruebas, mientras al agente McAlvarez le han tenido que extirpar la pituitaria amarilla a consecuencia del golpe recibido por la onda. El instintivo agente se huele ahora que tendrá que abandonar por narices el cuerpo de rastreadores.

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